¿Habrá una crisis de electricidad en europa?

Europa se enfrenta a un aumento récord de los precios de la energía que amenaza con hacer descarrilar la recuperación económica pospandémica, tensar los ingresos de los hogares e incluso empañar la incipiente transición ecológica.

El momento es crucial. Los líderes de la Unión Europea se han erigido en la vanguardia de la transición ecológica mundial en las conversaciones internacionales sobre el clima que arrancan este fin de semana en Glasgow.

Una serie de factores de mercado, geográficos y políticos han confluido en una tormenta perfecta que no da señales de remitir a medida que el continente entra en la estación otoñal, las temperaturas bajan paulatinamente y la calefacción se hace indispensable.

Los analistas ya advierten que la crisis, agravada por una mezcla de problemas coyunturales y estructurales, se prolongará y que lo peor puede estar aún por llegar.

En el centro del aumento de los precios de la electricidad está la dependencia europea del gas natural para encender las luces, calentar los hogares y alimentar la industria. Aunque la mayoría de los países del bloque se están alejando del carbón más rápidamente que otras partes del mundo, como Asia, han seguido apoyándose en el gas mientras construyen su infraestructura de energías renovables.

Según las normas energéticas europeas, el precio del gas determina el precio de la electricidad. El gas representa una quinta parte del consumo energético de Europa, y la mayor parte se importa de Rusia

Los precios del gas natural se están disparando: en el Servicio Holandés de Transferencia de Títulos, principal referencia en Europa, los precios han pasado de 16 euros por hora a principios de enero a 88 euros a finales de octubre, lo que supone una subida de más del 450% en menos de un año. Esto, a su vez, ha disparado los precios de la electricidad.

Aunque la Unión Europea está reduciendo gradualmente su larga dependencia de los combustibles fósiles -las energías renovables se convirtieron en la principal fuente de electricidad del bloque por primera vez en 2020-, el cambio no ha sido lo suficientemente rápido y generalizado como para contener las consecuencias de la crisis.

Juntos, el gas natural y el carbón siguen suministrando más del 35% de la producción total de la UE, y el gas representa más de una quinta parte. La combinación de energías es muy diferente en todo el bloque: los combustibles fósiles tienen una participación marginal en Suecia, Francia y Luxemburgo, pero representan más del 60% de la producción total en los Países Bajos, Polonia, Malta y Chipre.

Como el carbón, el combustible más contaminante, se está eliminando progresivamente, muchos países recurren al gas natural como recurso de transición para que sirva de puente antes de que se implanten alternativas verdes, como las turbinas eólicas y los paneles solares. Además, el gas se utiliza también para la calefacción y la cocina residencial, lo que hace que el aumento de precio se note aún más en el gasto final de los consumidores.

Los ciudadanos de países como España, Italia, Francia y Polonia se enfrentan ahora a facturas energéticas nunca vistas que se suman a los problemas económicos causados por la pandemia. El descontento popular ha puesto a los gobiernos en alerta máxima, y los ministros se apresuran a idear medidas de emergencia, aunque sean a corto plazo y sólo parcialmente eficaces para amortiguar el impacto.

¿Qué países exportan gas natural a la Unión Europea?

La sorprendente falta de nuevos suministros de Rusia, que es el principal exportador de gas de la UE, hace temer que Moscú quiera aprovechar la crisis para defender el polémico gasoducto Nord Stream 2. El conducto de 1.230 kilómetros que discurre bajo el Mar Báltico y une directamente a Rusia y Alemania está ya terminado, pero no ha empezado a funcionar debido a los obstáculos burocráticos. El proyecto ha sido muy criticado dentro y fuera de la UE por perpetuar la dependencia del bloque de los combustibles fósiles y ampliar la influencia geopolítica del Presidente Putin.

Gazprom, el principal patrocinador del gasoducto, y el gobierno ruso han negado cualquier implicación en la crisis energética, pero insisten en que el gasoducto debe ponerse en marcha «lo antes posible». Por su parte, Putin se ha burlado de la UE por negarse a firmar contratos a largo plazo y avanzar hacia acuerdos más flexibles. También ha dicho que Rusia podría suministrar un 10% más de gas si se aprueba Nord Stream 2.

El paquete climático de la Comisión Europea pretende reducir el consumo de gas en un tercio para 2030, en comparación con los niveles de 2015, y prácticamente eliminarlo para 2050. Todavía no está claro cómo hacerlo, y es probable que el aumento de los precios del gas complique esos esfuerzos.

La cuestión del gas complica la política interna. Hungría y Francia tienen elecciones el año que viene. En Alemania, el aumento del precio del gas podría crear tensiones en el futuro gobierno entre los Verdes, que esperan impulsar una rápida salida del carbón, y los socialdemócratas, que se presentaron con una fuerte plataforma de justicia social.

Un grupo de más de 40 diputados del Parlamento Europeo ha enviado una carta a la Comisión Europea en la que pide que se abra urgentemente una investigación sobre la posible manipulación deliberada del mercado por parte de Gazprom y la posible violación de las normas de competencia de la UE.

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